VDF en casa

Creemos en el amor porque lo hemos visto de cerca: en ese abrazo repentino que termina a carcajadas, en la mirada genuina que sobrevive a lo fugaz, en las rutinas cotidianas que resultan ser la verdadera dicha. Se nos encogen las palabras y para eso está la cámara. Para creer en el amor sin ficción, en el que ocurre adentro cuando el silencio acompaña. Entonces, como admiradores y testigos de esa vida, existen nuestras sesiones en casa.

Cortázar lo diría mejor: “después de las fiestas y cuando todo el mundo se iba y nos quedábamos los dos, entre vasos vacíos y ceniceros sucios, qué hermoso era saber que estabas”.

Y ahí estamos nosotros: presenciando esa vida que parece efímera, pero en realidad es lo eterno.