Valeria

La vida de Vale está hecha de diminutas dichas. Estar con su cámara, por ejemplo, atenta a guardar un gesto genuino, a repetir mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente, como diría Roland Barthes. Su amplia experiencia en fotografía no opaca el asombro —y el encanto— que siente por aquel arte: la luz como testigo, como presencia, como eterno presente.

Reconoce que es una fortuna, de las grandes, que su oficio, su trabajo y su pasión terminen siendo la misma cosa. De allí su disciplina, su constante atención a los detalles, su conciencia siempre dispuesta. Entrega y deja su energía en las fotos y eso, en otras palabras, es contagiar y dejarse contagiar por quienes retrata, crear con ellos un vínculo inmortal; devolverles ese pequeño instante, esa diminuta dicha cuando después, vuelvan una y otra vez, a aquella fotografía que capturó.

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