Verónica

La primera cámara de Vero era rosada, rectangular, desechable. Ahora es negra, Canon, menos liviana. Entre la primera y la última han pasado los años, en cambio, esa costumbre de llevarla consigo a cualquier lugar, permanece intacta. Es publicista, pero eligió la fotografía para narrar la vida: de ella, de otros. Eligió la luz como credo: ya sea la de sus velas, la de su Turmalina o su Amatista o la del sol reflejándose en el mar. El agua es otro de sus refugios, bucear, conocer el silencio del fondo, encontrarse allí.

Su sensibilidad aguda es inicio y desenlace para obturar. Su perspectiva amorosa sabe inmortalizar el momento, la emoción. Allí, en ese lugar, detrás del lente es donde suele sentirse libre, capaz de desplomar los miedos. Cree, con fuerza, en el poder de las intenciones. Su intención es precisa: ser los ojos de los recuerdos.